También llamada criopreservación, se trata de la congelación de con el fin de aprovecharlos en un futuro. Estos embriones pasan por el laboratorio, donde son sometidos a temperaturas muy bajas a través de nitrógeno líquido que permite detener la actividad biológica y mantener intacta la fisiología de los embriones. Del almacenamiento y la custodia de los mismos se encarga la clínica que debe preservarlos durante el tiempo determinado por los pacientes.